29 octubre 2005

La primera comisión de gobierno

Sorpresas te da la vida

Y de las gordas. No sabía yo que esto de la inspección iba a permitirme estar sentado en la reunión semanal en la que se deciden los destinos de todos los cretinos de esta nuestra Universidad. Y de los otros también. La verdad es que me esperaba algo más de calor por parte de los vicerrectores; me ha parecido que les incomodaba mi presencia, sobre todo al de profesorado y planes de estudio. En cuanto he notado su mirada desafiante, me han dado ganas de saltarle al cuello, pero lo haré más tarde, cuando tenga suficiente munición contra él en mi base de datos.
El tema principal del día ha sido la petición del departamento de historia medieval para la anulación de una plaza de catedrático de Universidad en la que se había valorado como patente de invención un golpe de golf supuestamente creado por el candidato. También se le habían considerado 300 artículos publicados en su propia revista (mira, uno que tuvo la misma idea que yo y la puso en marcha). El debate fue tremendo, aunque rápidamente se hicieron dos bandos, uno que postulaba por anular el concurso, otro que pedía la repetición del mismo. El vicerrector de profesorado mantenía que se habían cumplido las normas y que objetivamente el hallazgo del golpe era una patente, por mucho que el perfil de la plaza era el de historia de las instituciones medievales. Alguno de los decanos se llevó las manos a la cara para que no se les notara la risa, pues de todos es sabido que el "vice" es un gran aficionado al juego de los palitos y los hoyos. La cosa fue subiendo de tono, hasta que el decano de la Facultad de Humanidades nos hizo saber que en el resto de España se choteaban de nosotros por el tema éste y que era tanto más grave por cuanto que se había amortizado hacía pocas fechas la cátedra de Alfonso Reláñez, un tipo importante en el área de conocimiento.
En realidad yo asistía a la discusión absolutamente alucinado. ¿Cómo era posible que nadie reparara en la cuestión principal? Finalmente, no me pude contener y pregunté, "¿Y éste? ¿De quién es? Vamos, que ¿de qué lado estarán en las elecciones?" Todos me miraron como a un bicho raro. En eso, el rector, que hasta ese momento no había hablado, sentenció el asunto: "Anularemos el concurso". Y no me cupo duda de a que bando debía sus lealtades...

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