30 octubre 2005

Construyendo el futuro

Teoría del globo de aire caliente

Un globo de aire caliente tiende a subir. Bien, yo soy el globo, pero para calentar el aire necesito combustible, y ese combustible son los chismes que de cada uno me cuenten los demás. Hoy he comenzado mi labor. Inicialmente he ido usando una libretilla, pero al cabo de dos entrevistas no me ha quedado más remedio que plegarme a la evidencia: con la libretilla no voy a ganar para lápices y papel. Consecuentemente he decidido cargar al presupuesto del departamento una grabadora de voz la mar de moderna y pequeña. La he llevado durante horas en el bolsillo de la chaqueta y nadie se ha dado cuenta.
Con ella ha sido mucho más fácil trasponer los datos a la base que me ha construido el becario. Por cierto que el muy subnormal me ha dicho que, moralmente, no puede ayudarme a introducir los datos de la gente, que cree que esa información podría ser usada de mala manera y que dimite. Peor para él, no he tardado ni dos horas en encontrar a un sustituto, uno que del que me hablan nada más que regular pues dicen que es un poco pelota. No saben que estos son los mejores para este tipo de trabajo: no ha pestañeado; e incluso, por su cuenta, ha metido información sobre los presidentes de las asociaciones de estudiantes.
Si este chico es capaz de acabar la carrera, le auguro un precioso futuro en esta Universidad, siempre que vaya de mi mano, claro.

Mari Luz, que cruz.

29 octubre 2005

La primera comisión de gobierno

Sorpresas te da la vida

Y de las gordas. No sabía yo que esto de la inspección iba a permitirme estar sentado en la reunión semanal en la que se deciden los destinos de todos los cretinos de esta nuestra Universidad. Y de los otros también. La verdad es que me esperaba algo más de calor por parte de los vicerrectores; me ha parecido que les incomodaba mi presencia, sobre todo al de profesorado y planes de estudio. En cuanto he notado su mirada desafiante, me han dado ganas de saltarle al cuello, pero lo haré más tarde, cuando tenga suficiente munición contra él en mi base de datos.
El tema principal del día ha sido la petición del departamento de historia medieval para la anulación de una plaza de catedrático de Universidad en la que se había valorado como patente de invención un golpe de golf supuestamente creado por el candidato. También se le habían considerado 300 artículos publicados en su propia revista (mira, uno que tuvo la misma idea que yo y la puso en marcha). El debate fue tremendo, aunque rápidamente se hicieron dos bandos, uno que postulaba por anular el concurso, otro que pedía la repetición del mismo. El vicerrector de profesorado mantenía que se habían cumplido las normas y que objetivamente el hallazgo del golpe era una patente, por mucho que el perfil de la plaza era el de historia de las instituciones medievales. Alguno de los decanos se llevó las manos a la cara para que no se les notara la risa, pues de todos es sabido que el "vice" es un gran aficionado al juego de los palitos y los hoyos. La cosa fue subiendo de tono, hasta que el decano de la Facultad de Humanidades nos hizo saber que en el resto de España se choteaban de nosotros por el tema éste y que era tanto más grave por cuanto que se había amortizado hacía pocas fechas la cátedra de Alfonso Reláñez, un tipo importante en el área de conocimiento.
En realidad yo asistía a la discusión absolutamente alucinado. ¿Cómo era posible que nadie reparara en la cuestión principal? Finalmente, no me pude contener y pregunté, "¿Y éste? ¿De quién es? Vamos, que ¿de qué lado estarán en las elecciones?" Todos me miraron como a un bicho raro. En eso, el rector, que hasta ese momento no había hablado, sentenció el asunto: "Anularemos el concurso". Y no me cupo duda de a que bando debía sus lealtades...

28 octubre 2005

Mi reino por un becario (otro)

O la historia de la mesa

¡Vaya día placentero! A este paso voy a terminar la semana pensando que me he muerto y he llegado al cielo. Para comenzar, he solucionado el problema de la mesa. Repasando las fichas de los alumnos he recordado de pronto a José Ignacio, un chico que comenzó la carrera cuando yo llegué a esta Universidad. Era el típico enteradillo de la clase, siempre haciendo gracietas y puteando a los profesores. Vamos, que era un mamón. Tanto, que a muchos nos cayó suficientemente mal como para tenerlo durante 8 años dando vueltas por el Campus. Claro, que tampoco era ningún mérito, el jodido dedicaba tanto tiempo a elaborar chascarrillos que no le daba para estudiar lo más mínimo. Así que que fue arrastrándose año tras año, sacando un par de asignaturas por aquí, otro por allá. Hasta que sólo le quedó una, la mía. Recuerdo que le dije que se olvidara de ir aprobando hasta que yo me jubilara...
He buscado su teléfono recurriendo a los datos de las matrículas, tras pelearme otra vez por lo de la privacidad de los datos: total, quién se va chivar... Cuando se ha creído por fin que era yo el que le hablaba, le ha cambiado la voz. Si quieres terminar la carrera en media hora, vente para acá con un catálogo. Resulta que su padre es el dueño de uno de los comercios de muebles de la ciudad, así que a lo mejor consigo una mesa gratis y demuestro de paso a los malhablados que no sólo estoy en la política universitaria para chupar del bote. Ha tardado lo que un relámpago en bajar de las nubes a la tierra, y menos aún en llamar por teléfono a su padre. A cambio de la única matrícula de honor de todo su expediente me ha provisto con una mesa más grande que la del rector. Incluso, cuando su padre se ha enterado, ha mandado en el pedido un par de sillas como muestra de agradecimiento. Para que luego digan que no hay gente buena en el mundo... Me siento mejor después de esta buena acción.
Pero aún me quedaba lo de la base de datos. Y es que no soy especialmente hábil en el manejo de ordenadores, así que he pedido un becario para elaborar un programa de control. Mañana tendré la entrevista con tres candidatos que me han buscado. Con lo que me he ahorrado en la mesa podremos pagar su salario de 40.000 pesetas durante 6 meses. ¡Toma ejemplo de gestión eficaz!
Y es que, Mari Cruz, a veces me acerco tanto a la luz ...

27 octubre 2005

Somos mafia

Para qué negarlo

El día de ayer pasará a la historia personal de éste que suscribe como el día que amaneció de noche y anocheció saliendo el sol. Heme aquí, en el flamante despacho del inspector de servicio. (Por cierto, no me gusta la mesa, no se corresponde con el nivel del cargo, ya veré como cambiarla). A primera hora ya tenía en la puerta a los operarios cambiando el nombre de la placa, y el correo electrónico no ha dejado de recibir mensajes de apoyo y felicitación.
Mis tareas prioritarias esta mañana han sido dos. De un lado, me he dedicado a reorganizar la ordenación académica del departamento, de forma que me he quedado con tres créditos de doctorado, y tres de una asignatura optativa. Los primeros seguramente no se llegarán a impartir puesto que no estamos cubriendo el número mínimo de matriculados para poder impartir el programa de tercer ciclo; y los segundos se los he endosado a uno de los nuevos que me ha pedido que le dirija la tesis. Favor por favor, le he dicho. De otro lado, me he tenido que pelear a muerte con los de Recursos Humanos para que me dejaran acceder a la base de datos del personal de la Universidad. Se escudaban en la Ley de Protección de Datos, pero les he convencido con dos argumentos básicos: uno, que es imprescindible para un control efectivo del cumplimiento de los trabajadores, y dos, que si no me lo daban, se lo contaba al rector y, que ya habían visto el caso que me hacía el jefe. Mano de santo, oiga.
Aquí los tengo, todos los datos personales de los profesores y PAS de la Universidad, todo dispuesto para el control. Aunque ya comenzaré mañana, de momento, hoy he trasladado los cachivaches al nuevo despacho, he realizado las gestiones que menciono y he cumplimentado a los adictos en la cafetería del edificio del rectorado. Para mañana he convocado reuniones con todos los decanos de facultad. Luego me dedicaré a los directores de departamento. Poco a poco, que durante este curso hay tiempo. La idea es crear una red de informadores y mantener un base con las preferencias de cada uno de ellos, cosas como si cumplen con las clases, con quién toman café, si tienen líos extramatrimoniales y cosas por el estilo. Para las próximas elecciones veremos si tenemos éxito...

26 octubre 2005

Lío en la tutoría

La visita del inspector de servicio

Las tutorías siempre me han parecido una pérdida de tiempo. La mayoría de las veces sólo supone un castigo al profesor, que se ve obligado a permanecer en ellas mientras los alumnos pasan por la puerta mirándole de reojo y entrepensando eso de "jódete, cabrón". Así que, como nunca me ha gustado perder el tiempo, simplemente no las cumplo. Sólo aparezco por ellas a final de curso, cuando vienen algunos buscándote y la cosa sería más descarada.
Hoy, sin embargo, no han sido los alumnos, sino el inspector de servicios. Mira tú por dónde, y yo que pensaba que lo del inspector era una mera leyenda urbana, uno de esos puestos que sólo tienen por fin aumentar el sueldo del afortunado, sin más obligaciones que hacerse unas tarjetas de visita y sentarse en su despacho. Pero, y otra vez andamos con lo del escalafón, éste que tenemos ahora se ha tomado en serio su trabajo y se ha dado un paseo por todos los edificios apuntando las horas de tutoría de los profesores. Y, luego, el muy cabrón, no ha tenido otra cosa que hacer que comprobar si se cumplían.
Por lo visto no he sido el único, ya que el casillero estaba repleto de sobres como el mío. Pero no me sirve de consuelo: últimamente mi imagen se está deteriorando fuertemente y eso nunca es bueno si uno quiere llegar a ser rector antes de jubilarse. Pues, a lo que iba, el asqueroso me informaba que intentaron localizarme dos veces en horario de tutoría y que no fue posible, que esperaba hubiera una explicación razonable ya que si no, se vería obligado a abrirme un expediente informativo. En un primer momento me puse a pensar excusas convincentes, pero al rato me di cuenta que un catedrático como Dios manda no anda rebuscando ideas en el aire, ni perdiendo el tiempo con pensamientos que no llevan a ningún sitio. Y, además, yo soy un hombre de acción. Y recordé aquello de que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Sólo había una opción: la cafetería.
Me costó cuatro invitaciones, pero al cabo de 6 horas tenía lo que me hacía falta. Con la carta en la mano y con un as en la manga me fui a ver al susodicho inspector. Al principio noté cierto regocijo en su manera de tratarme, pero cuando le comuniqué que moralmente él no estaba capacitado para reprenderme tuvo la clarividencia suficiente como para ponerse a la defensiva. Resulta que en su plaza de titular, uno de los miembros del tribunal no llegó a la constitución del mismo, y se hizo la presentación de los méritos sólo con 4 miembros. Me replicó que él no había tenido la culpa, que había sido cosa del departamento. "A mi me da igual, o dejas de joderme o date por jodido", le dije. Y es que, para intimidar, nada como el lenguaje barriobajero que tan bien se me da.
Un par de horas después, el capullín había dimitido para regocijo de un buen puñado de profesores y, lo mejor de todo: mañana tomo posesión como nuevo inspector de servicios. Mi primera tarea será reorganizar el horario para habilitarle tiempo a mi nueva responsabilidad. La segunda, será elaborar una base de datos con los incumplimientos de los demás... Presiento que voy a disfrutar, sobre todo cuando recurra a los trapos sucios que voy a coleccionar.
Mari Luz, a veces la vida deja de ser una cruz.

25 octubre 2005

Una de cal... Y otra de arena

Cosas de tribunales
Vaya marrón que me ha caído... Lo único que me consuela es que el mío es infinitamente menor que el del capullo de Alberto. Resulta que una de las mías se presentaba a una plaza de titular de escuela de la hornada de maricón (/ona) el (la) último (-a) (que hay que ser políticamente correcto). Es una chica mona de esas que sabes de antemano que no dará problemas, alegrará la vista y asentirá obsequiosa en las votaciones. Vamos, una de esas que pasarán sin pena ni gloria y que, por tanto, jamás podrá hacerte sombra. Y no como el subnormal del nuevo (cada vez que recuerdo que me impugnó el concurso, se me llevan los demonios).
La cosa es que la chica quería de presidenta de tribunal a una colega de Asturias, famosa ella por su talante poco acomodaticio. Ya desde el principio me parecieron ganas de ponerse en entredicho, pero ella, erre que erre; que si yo siempre le había dicho lo buena que era, la asturiana no iba a ser menos y, de paso, podría contactar con ella, pues llevaban tiempo trabajando en los mismos temas. Mira que hay que ser tonta, la pobre. La cosa es que el día del ejercicio, y después de que nuestra candidata (que iba en solitario) contara su currículum ocurrió algo realmente inesperado. La presidenta del tribunal arremetió contra ella acusándola de plagio en varios de sus trabajos. Pero eso no es lo peor, lo realmente desastroso es que en dos de ellos yo había firmado también. Sentí ganas de meterme debajo de la silla, aunque afortunadamente se me pasaron pronto. El resto de miembros del tribunal decidieron que, en esas condiciones, no se podía continuar con el ejercicio y la plaza fue considerada desierta. Nada más salir el tribunal de la sala tuve que perseguir a la asturiana hasta el aeropuerto para convencerla de que yo no tenía nada que ver con las copias, que había sido cosa de la chica y que había puesto mi nombre para que los trabajos tuvieran más relumbrón. Y que yo había aceptado para ayudarla. Creo que la convencí, aunque no termino de entender sus últimas palabras: "No te esfuerces Macareno, que todos te conocemos bien..."
Vamos, que estoy por echar a esa estúpida del departamento y sustituirla por alguien que al menos sea cuidadoso y no se le ocurra plagiar a su presidente de tribunal.
Eso sí, la de arena vino del departamento de química. Resulta que a una plaza de catedrático de escuela universitaria, el presidente del tribunal (Alberto, a la sazón, alma máter de la funesta oposición) animó a una candidata de fuera a presentarse. La cosa es que se cargó el currículum del candidato de la casa, un buen hombre, de esos que siempre están dispuestos a ayudar (a los nuestros, claro). Finalmente votó por él, pero tras garantizarse 4 votos en favor de la extranjera. Lógicamente, ella ganó la plaza. Pero, y ahora viene lo bueno, al ser titular de escuela el candidato de casa y al comprometerse el departamento a amortizar una plaza por cada nueva, tienen que echar a un prometedor asociado que, para más inri, es sobrino del opositor. Qué dulce elixir es la desgracia del enemigo...
Así que yo jodido, pero ellos más, que mira que tenemos zopencos en este campus, Mari Luz. Y yo cargando con esta cruz.

24 octubre 2005

Los derechos de un catedrático

¿Quién dijo que el despotismo se había terminado?

A veces uno tiene que viajar a otros lugares del mundo para comprobar que el escalafón aún mantiene su importancia. Este fin de semana, releyendo mi diario (por cierto, es maravillosa esta aplicación pirata que me han pasado) he descubierto que la pérdida de respeto en nuestros días hacia lo que suponen la edad, la autoridad y la academia es brutal. Y lo es por un doble motivo, el primero por lo que supone de pérdida neta de respeto hacia mi persona, y el segundo, por el incumplimiento de las expectativas que ha supuesto para mi generación. Nosotros tuvimos que ser sumisos y obedientes y decir a todo que sí, incluso tuvimos que traicionar. Se hacía a cambio de un futuro en el que seríamos los reyes. Ese momento se supone que es hoy, pero hacerse respetar se ha convertido en una terrible batalla diaria.
Ni que decir tiene que no me quejo de mi situación, en absoluto, sólo que me hubiera gustado llegar a dónde estoy en los años 50. Eso si que eran tiempos de respeto, qué recuerdos ... Como en Venezuela. Hace dos años me invitaron a un curso en Caracas. Los responsables universitarios latinoamericanos aún conservan ese respeto hacia los galones del que vengo hablando. Pusieron a mi servicio un taxi para todos mis desplazamientos: ¡un chófer particular! Meses después regresé, y la situación en el país no era tan buena como en la vivita anterior y, sin embargo, el taxi seguía en la puerta del hotel. Algunos compañeros, simples titulares, me comentaron que en esa ocasión sólo estaba disponible para los desplazamientos a la universidad, pero yo lo seguí usando para todo. Y nadie osó pedirme que pagara, ¡eso es respeto y lo demás es tontería! Igualito que aquí, que se organiza una comida de departamento y hay que pagarla a escote, catedráticos incluidos.
Aunque lo mejor del viaje a Caracas fueron las noches. Lo de ser europeo, catedrático y blanquito de piel tiene su atractivo entre las venezolanas, que hay que ver lo buenas que están desde muy pequeñas. Se me hace la boca agua de pensar en aquellos cuerpos. Qué ganas tengo de regresar. Habrá que inventarse algún curso para volver. No sé, tal vez algo sobre gestión de empresas petroleras.
Mientras aquí va llegando el invierno. Ah... Mari Cruz, la vida sin merengue es una cruz.

19 octubre 2005

Internet, ¿qué Internet?

La nueva economía, la sociedad de la información y la madre que las parió.
¿Pues no han cortado los puertos para el intercambio de ficheros con el burrito? Coño, para una utilidad práctica que le encuentro a Internet y van y me la capan. Estos del servicio de informática no saben que hacer para fastidiar al profesorado. Primero fue lo del Napster, ahora el burrito. Y, entre medias, nos obligan a rellenar las actas por Internet, a publicar los programas en Internet y a todo por Internet. Qué rollo de Internet. De momento, mucho decir que quita trabajo y que ahorra tiempo, ¡será para los PAS!
Pero lo peor de todo son esos profesores que se han unido entusiásticamente al mundo de los gurús de la nueva economía y que hablan todo el rato de lo obsoleto que son los ladrillos y la importancia del conocimiento y todo lo demás. Yo, a estos, les contesto siempre de la misma forma: "la potencia sin control no sirve de nada, que diría Ronaldo".
Los ladrillos, finalmente, valen un montón y si no, mira el precio al que se han puesto los pisos (puro ladrillo). Ahora, los profes enrollados ponen toda la informaciónen sus webs personales y los alumnos pueden acceder a los contenidos de la asignatura desde los enlaces que ellos elaboran. La moda es "virtualizar" la enseñanza.
¡Y una leche! Sólo es más trabajo para el profesor. Y trabajo especializado, que yo estudié con una Casio.
Esta cruz, Mari Luz, sólo se soluciona con un becario de investigación en economía e informática que sea mañoso en la elaboración de las páginas web esas de los güev-OS.

18 octubre 2005

Tengo una alumna puta

Y luego dicen que los humanos no deberíamos hablar de razas, que a nivel genético no hay diferencias que lo justifique. Pues a nivel de genes puede, pero a nivel morfológico no hay color. Tengo una alumna en clase que es como una modelo rubia de catálogo de ropa interior. Es rusa y, como es sabido, en esta provincia las rusas o trabajan en la agricultura o son putas. Y ésta tiene la piel tan clara que no puede trabajar en el campo.
Desde que leí en un periódico local que hay estudiantes que se pagan la carrera con la prostitución tengo de forma repetitiva el sueño de que alguna de ellas vendrá a rogarme que le apruebe a cambio de lo que sea...
Así que ahora estoy deseando que esta rusita venga a tutorías. Se lo he comentado a Pedro, diciéndole que me lo había contado Álvaro antes que saliera de mi círculo de amistades por la puerta de atrás (de paso, le hundo un poco más) y me ha dicho que eso es una leyenda urbana y que la chica esa es hija de un empresario ruso o algo así. Espero que se equivoque.
La verdad es que la primera y única experiencia de ese tipo que he tenido en mi vida académica no fue con una chica, sino con un joven que se empeñó en revisar más profundamente su examen. Yo ya le había notado algo raro en clase, pero no se me ocurrió que fuera sarasa. Se echaba muy encima con la excusa de que se lo explicara mejor. Cuando se abrió un poco más la camisa con excusa del calor en pleno mes de febrero debí haber echado a correr. Eso sí, cuando me metió la mano en el pantalón lo vi claro.
Pasé de no quererle subir la nota a darle el aprobado con velocidad del rayo. Todo con tal de que saliera rápidamente de mi despacho y de mi vida. Nunca le dije a nadie que por una décima de segundo, por un instante infinito, Macareno Fernández Socías pensó en besar a un hombre. Joder, María Jesús que a poco me clavo en la cruz.

17 octubre 2005

La cátedra

Con tres votos se hace catedrático a un poste de telégrafos
Tres votos, sólo tres votos. Pero, claro, antes hay que lograr que el departamento saque a concurso la misma. Y que te aprueben los nombres del presidente y suplente que tú eliges, pero que nombra el consejo de departamento. Y que tenga el perfil que te convenga. Y que no la paren en el rectorado, como le ha pasado a Álvaro. Mira que es capullo el pobre. Ni siquiera sospechó de que le aprobáramos a la primera la petición de cátedra. Pues claro que se la aprobamos. ¿Cómo no íbamos a hacerlo si sabíamos que en el rectorado la iban a parar? El día de la votación el gozo fue absoluto, grandioso. Viéndole tan feliz, anticipaba lo que sabía sucedería. Hoy se le ha comunicado: no podrá pedir la plaza hasta que no haya al menos tres titulares por cátedra. Y aún falta uno para cubrir las dos que ya tenemos...
Cuando aún éramos amigos, no hace mucho en realidad, yo pedí la mía y con su apoyo logramos que el requisito legal no fuera tenido en cuenta. Pobre. Ya sé que mi oposición no fue de las mejores, y que hubo cachondeo para un mes con el tema, pero hoy cobro el plus, luzco en e escalafón y, con un poco de suerte, consigo el gallifante en la próxima convocatoria (hay que saber elegir a los becarios). Y, mientras, él tendrá que pudrirse unos añitos en el infierno. Con todo, a día de hoy nadie recuerda el repaso que me dieron los miembros del tribunal, lo que quedó para la posteridad fue la manifestación más inoportuna de mis problemas urinarios.
El médico me recetó mucha agua, y la mucha agua trae consigo mucha presión en la vejiga. Yo había bebido un par de botellines de agua durante la exposición del tema y una gran taza con una tila inútil antes de entrar. Así que a las dos horas de sesión, cuando el presidente del tribunal se encontraba en medio de una tremenda perorata sobre la inconsistencia de mi bibliografía, no pude más. Durante el discurso del secretario ya había comenzado a sentir cierto dolorcillo, que se transformó rápidamente en una copiosa sudoración y una alarmante subida de tono en la piel de la cara. Intenté aguantar hasta el final pero no pude y tal como lo sentía lo dije, pensando que susurraba: "No puedo más, me meo". Salí corriendo de la sala ante el desconcierto de una parte y el jolgorio de la mayoría. Volví al cabo de unos minutos, con el pelo bien atusado y esmerándome en tapar con la chaqueta una mancha que acusaba mi incontinencia.
De la risa, al presidente se le olvidó que más quería decir y se terminó el martirio. De momento, porque durante la comida de vez en cuando alguien me sugería que fuera al servicio por si las moscas. Lo que tiene uno que soportar a veces, Mari Luz. ¡¡Ay!! Qué cruz.

14 octubre 2005

Viernes sangriento

Veto al disidente.

A medida que pasan los días el curso se va animando. Las sonrisas de la primera semana van dejando paso a las primeras escaramuzas y, también, a los primeros cadáveres... Hoy la cosa ha sido un tanto rara. Por un momento me creí muerto políticamente. Resulta que el capullo del nuevo (el que impugnó la plaza) no ha retirado la reclamación y ésta ha llegado hasta el rectorado. Mi teléfono ha estado todo el día echando humo, unos dándome ánimos, otros aprovechando para hacer sangre, todos midiendo los daños para tomar decisiones sobre mi persona.
Menos mal que el control del departamento me ha permitido acceder a uno de sus amigos y, a través de una sutil presión a éste (le he amenazado con quedarse sin contrato a mediados de curso), he hecho llegar al subnormal el mensaje de que me estaba tocando esas partes de la anatomía tan delicadas (vamos, los cojones) y que mi respuesta les haría pupa a los dos. No ha tardado ni media hora en venir al campus y retirar la reclamación.
En cuanto se ha extendido la noticia por el campus (bendita cafetería) mi teléfono ha vuelto a echar humo, pero esta vez de los "que siempre habían confiado en mí". ¡Cabrones! Ahora, que Macareno sonríe, pero no olvida... Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos, y yo añado: "y con el arado nos las compondremos ..."
María Jesús, que cruz ...

13 octubre 2005

Por mi madre

La génesis de mi nombre

Nunca se lo había dicho... Hasta que me encontré en su lecho de muerte, cogiéndole la mano y sintiendo sus latidos declinar poco a poco. "Me has marcado", le dije. "Al llamarme Macareno, me jodiste para los restos, madre". Me miró con lástima, o con miedo, y murió.
Durante años tuve que soportar las risas de los compañeros de colegio y, luego, los chistes de los alumnos que han llegado a crear todo un nuevo género literario, el macarenismo, que consiste en hacer rimillas con mi nombre o buscar un mote, lo más humillante posible. A lo largo de los años me han llamado Caramelo, Calimero, Macareno el mamporrero, etc. La costumbre de tratar a los alumnos de usted, y el alto volumen de suspensos son un caldo de cultivo ideal en el que el nombre añade la guinda indispensable para culminar el pastel.
La historia de mi nombre es singular. Mis padres se tiraron muchos años intentando tener un hijo, pero no lo lograron. En un viaje a Sevilla, mi madre le pidió a la Macarena que le concediese el don de la preñez y, ya puestos a pedir, que fuera una niña. Así que cuando al regresar del viaje le comenzaron las náuseas (que ya no la abandonaron hasta el momento del parto) dio por hecho de que sería niña... Y que se llamaría Macarena.
Pues se llamó Macareno y para colmo de desgracias hace unos cuantos veranos a Los del Río les dio por aquello del "Dale a tu cuerpo alegría Macarena, eeeeee Macarena". El cachondeo fue tan grande que en la entrega de becas de la licenciatura, los alumnos se arrancaron con el Macarena justo después de terminar el "laudeamus igitur". Esta vida es una cruz, Mari Luz.

12 octubre 2005

El proyecto de tesis

Hay que ser cabrito, lo reconozco. A lo de hoy se le llama apuñalar en pecho ajeno. El inocente de Álvaro, antiguo amigo de gambas, compañero, opositor a la entrada de mi sobrina en el departamento y, hoy, número uno en el top ten de enemigos públicos, ha presentado el proyecto de tesis de uno de sus colaboradores. Resulta que el muy julandrón mandó al chaval a hacer los cursos de doctorado al departamento de Histología Comparada y ahora quiere que le aprobemos el proyecto en Economía Complicada.
Antes del Consejo de Departamento he reunido a los jóvenes –la mayoría de los cuales han captado el mensaje del otro día–, y a los que están pendientes de plaza les he ido llamando a lo largo de la semana para indicarles que voten no o que se pongan malos y no vengan. La votación ha sido un paseo marcial, aunque hay que apuntar algunas cuestiones en el debe de las afrentas, que ya habrá tiempo de saldarlas. Uno de los nuevos no sólo se ha señalado al defender la idea de la universalidad del conocimiento y el dislate de obligar a un economista a leer la tesis en departamento tan distante, sino que luego ha votado a favor del proyecto. ¿Qué cómo lo sé? Muy fácil, recogiendo las papeletas de la basura y comparando la letra con la de los miembros del departamento (no hay más que mirar la lista en la que apuntamos el número de fotocopias que hacemos). A lo que iba, que lo he calado y con él ya son dos las ovejas descarriadas. Ya sé que me repito, pero en esta puta sociedad ya no se respeta el escalafón.
Finalmente, tres han votado a favor: el díscolo, Álvaro y un tiempo parcial recién incorporado desde otra área, que es como un extraterrestre. Y en contra, el resto. A eso es a lo que yo llamo un departamento unido. Como diría Anibal Smith: "me encanta que los planes salgan bien". Pero hay que ver lo que cuesta mantener la cohesión (conmigo, por supuesto), y es que Mari Luz, esta vida es una cruz.

11 octubre 2005

Inauguración oficial del curso

Laudeamus igitur

¡Qué alegría, que alboroto!
Todos vestiditos de cucaracha con borlón,
acudimos prestos a la inauguración.
Cada año más latazo, cada curso aún peor.
Y es que, por más que se empeñen,
catedrático no es lo mismo que gran orador.

A lo que iba, acabamos de asistir al primer acto oficial del curso: lectura de la memoria, investidura de nuevos doctores, menciones a los mejores docentes, y lección inaugural. Amén de los discursos.
Hace tiempo vibraba durante este acto, pero en los últimos años me siento demasiado observado como para disfrutar. Uno debe cuidarse de medir bien con quién entra en el auditorio, al lado de quién se sienta y hasta cuándo uno asiente con la cabeza. Un desliz, y el edificio construido con tantos esfuerzos puede irse a pique y uno terminar abocado a la oposición por obligación.
Ahora, que si me vigilan, yo también lo hago. Que nadie se piense que Macareno Fernández Socías es un pusilánime que se conforma con estar en el grupo de los leales silenciosos. Yo no estoy en el grupo de los vencedores para sentirme protegido, lo hago porque desde arriba es más sencillo llegar a la cumbre. Ahora estoy en el campo base número dos: sólo debo esperar un resbalón del rector, cortar su cuerda de seguridad sin que se note mucho y subir a la cumbre. Tanto lo he pensado que ya tengo hasta elegidos los nuevos muebles del despacho rectoral...
Mientras tanto, qué remedio: a esperar y observar. Por cierto, ¿No es ese el decano de políticas? ¡Se ha sentado al lado del candidato de la oposición! ¡Le pillé!
Ay, ay Mari Luz, qué cruz...

10 octubre 2005

El discurso a los novatos

Mira que me gusta, lo tengo que reconocer. Este año hemos incorporado a tres jóvenes al departamento. Ésta es una tradición que se repite de generación en generación. Todavía me estremezco cuando recuerdo lo que yo pasé.
Bueno, el tema es que los he reunido en mi despacho y, después de darles la enhorabuena, les he metido el miedo en el cuerpo. Les he expuesto claramente que su futuro está en mis manos. Y que de cómo se porten conmigo depende lo que les suceda. Hay que dejar claro cual es el escalafón: Catedrático, titular y la morralla. Y ellos son morralla. Así que ahora les toca poner el culo, cuando sean titulares ya podrán resarcirse. Y es que, en este mundo, la libertad hay que comprarla.
De los nuevos, hay uno que ya se puede dar por muerto. ¿Pues no va el hijo puta y nos impugna el concurso? ¿Quién coño se cree que es? Y ni siquiera ha venido antes a hablar conmigo... Ha tenido la suerte de que se ha corrido la lista y ha entrado a tiempo parcial con un contrato extraordinario. Así que, o pone bien el culo y dice que le gusta, o que se vaya buscando las papas fuera de la universidad.
Esto de no respetar el escalafón se está convirtiendo en una norma. Y no puede ser...
Jesús, qué cruz, Mari Luz.

07 octubre 2005

Los calores y los pelos de las piernas

Ya lo vengo diciendo desde hace tiempo. No hay respeto. La gente se toma la Universidad a cachondeo. Hoy, sin ir más lejos, se me ha presentado en clase un chico con los pelos a lo rasta (que parecen empercutidos de mierda), un piercing en la nariz y pantalones bermudas. ¿Cómo hemos llegado a estos extremos? Cuando yo era estudiante había que mantener cierto decoro en el vestir, ya que uno se jugaba una buena hostia o una denuncia como rojo a la policía política.

Ahora, sin embargo, cuando lo he ido a expulsar de clase, me ha echado en cara que a las niñas con minifalda no les pido que se vayan, ni a las que van con escotes hasta el ombligo. ¿Pero cómo vas a comparar, hombre de Dios? ¿Cómo? Lo de ellas es otra cosa. ¿Cómo va a ser lo mismo esas piernas delicadas y finas que las patorras de pelos que tú llevas, so mamarracho?

Mañana vengo depilado, me ha dicho antes de sentarse aplaudido por los demás ... Hacia la anarquía nos dirigimos.

En fín, que vaya cruz, Mari Luz.

06 octubre 2005

El trabajo que me gusta de verdad

Si la Universidad fuera sólo esto...

Hoy he disfrutado de mi trabajo. Hoy me siento realmente productivo. Resulta que en la facultad de Económicas tenemos un decano que le cae bien al rector, pero que no se deja aconsejar por mi. Y eso no es de recibo, es saltarse el escalafón de mando; que a la gente se le da un cargo y enseguida se olvidan de su puesto en el mundo.

Bueno, la cosa es que como le cae bien al rector, hay que quitarle la silla pero sin que se note. Como se acercan las elecciones, hemos lanzado el bulo de que se presenta Hipólito, un actual miembro del equipo decanal con ínfulas de honrado e idealista. Vamos, un peligro y, además, con conocidos vínculos con la perversa oposición.

En cuanto se ha corrido la voz (no hay nada como un desayuno en la cafetería del campus para hacer rodar un rumor) han retemblado los cimientos del edificio decanal.

Inmediatamente, los partidarios del actual decano se han dividido y hemos logrado meter la cuchara. La pena ha sido el que el candidato alternativo no ha pasado por el aro. ¿Es que a todo el mundo le ha entrado la fiebre de la integridad?

¡Qué cruz, Mari Luz!

05 octubre 2005

Un fin de semana corto

Pero corto de verdad. Esa asignatura nueva me está volviendo loco. Al imaginativo redactor del plan de estudios se le ocurrió clonarla de una obligatoria del mismo curso. El resultado es que tengo un programa que se parece como una gota de agua a otra gota de agua al de la obligatoria. No voy a tener más remedio que dar un salto en el vacío e inventarme una nueva disciplina. Que digo yo que hay que tener mala leche para endosarme esta asignatura. Y encima pretenden hacer obligatoria la evaluación de la docencia. Éramos pocos y parió la abuela: si hacen eso me quedo definitivamente con el culo al aire: ni investigación, ni docencia, ni la madre que me parió.

Nada, nada, que cada día se va haciendo más interesante lo de fundar una revista en Marruecos y publicar allí todo lo impublicable aquí, así al menos tendré artículos en revistas internacionales.

03 octubre 2005

La primera en la frente

Todos los años lo mismo. Como es mi costumbre, he acudido a la primera clase del curso para hacer la tradicional presentación, que yo siempre he pensado que es como una peya con mala conciencia: los alumnos están más que hartos de conocerme, ya sea por oídas o por suspendidas.

Como todos los años les he vuelto a decir que no entiendo para qué unos economistas necesitan saber de este tema, ya que esto es cosa de psicólogos. Esto solía darme pié y cobertura moral para encargarles un trabajo sobre un libro y tenerlos quitados de en medio para todo el curso. Pero este año un enteradillo me ha espetado algo tal que así: "¿Acaso no es usted economista?"

Me han dado ganas de hostiarle por anarquista. Si es que no hay respeto. Eso si, me he quedado con su cara y cuando me de la ficha le haré la marca del zorro. Ese está ya suspenso por mucho que estudie. Que no ha nacido nadie aún que se pueda chotear de Macareno.

¡Jesús, que cruz, Mari Luz!

01 octubre 2005

Comienza el curso

Qué latazo, otra vez a dar clases. Y los alumnos cada año más brutos. Claro que eso es una ventaja, por que es más difícil que localicen mis lagunas. Que mira que son cabroncetes: no vienen nunca por tutorías y, cuando vienen se quejan de que no estoy. ¡Coño! Que me avisen con tiempo.
El otro día una compañera se jubiló después de más de 50 años dando clases: vamos, una institución. Los lameculos del departamento le organizaron una comida y le regalaron una placa. Todos participaron en el regalo, menos yo. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Ella no se dignó a ponerle matrícula de honor a mi hijo (lo dejó en aprobado). Que digo yo que una vez que le has subido dos puntos, ¡que más da subirle siete! Eso no se le hace a un compañero.
Bueno, que hoy comienzo y no tengo ni elaborado el programa. Y es que cogí esta asignatura nueva pensando en qué no habría alumnos, con la fama de hijoputa que tengo. Pero, no, ellos van y se matriculan. Seguro que sólo por joder. Voy a hablar con el rector a ver si hacemos un apaño y logro que se contrate a algún becario para que la de.
Si es que cada año me gusta menos esto de dar clases... ¡Qué cruz, María Jesús!