10 octubre 2005

El discurso a los novatos

Mira que me gusta, lo tengo que reconocer. Este año hemos incorporado a tres jóvenes al departamento. Ésta es una tradición que se repite de generación en generación. Todavía me estremezco cuando recuerdo lo que yo pasé.
Bueno, el tema es que los he reunido en mi despacho y, después de darles la enhorabuena, les he metido el miedo en el cuerpo. Les he expuesto claramente que su futuro está en mis manos. Y que de cómo se porten conmigo depende lo que les suceda. Hay que dejar claro cual es el escalafón: Catedrático, titular y la morralla. Y ellos son morralla. Así que ahora les toca poner el culo, cuando sean titulares ya podrán resarcirse. Y es que, en este mundo, la libertad hay que comprarla.
De los nuevos, hay uno que ya se puede dar por muerto. ¿Pues no va el hijo puta y nos impugna el concurso? ¿Quién coño se cree que es? Y ni siquiera ha venido antes a hablar conmigo... Ha tenido la suerte de que se ha corrido la lista y ha entrado a tiempo parcial con un contrato extraordinario. Así que, o pone bien el culo y dice que le gusta, o que se vaya buscando las papas fuera de la universidad.
Esto de no respetar el escalafón se está convirtiendo en una norma. Y no puede ser...
Jesús, qué cruz, Mari Luz.

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