01 octubre 2005

Comienza el curso

Qué latazo, otra vez a dar clases. Y los alumnos cada año más brutos. Claro que eso es una ventaja, por que es más difícil que localicen mis lagunas. Que mira que son cabroncetes: no vienen nunca por tutorías y, cuando vienen se quejan de que no estoy. ¡Coño! Que me avisen con tiempo.
El otro día una compañera se jubiló después de más de 50 años dando clases: vamos, una institución. Los lameculos del departamento le organizaron una comida y le regalaron una placa. Todos participaron en el regalo, menos yo. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Ella no se dignó a ponerle matrícula de honor a mi hijo (lo dejó en aprobado). Que digo yo que una vez que le has subido dos puntos, ¡que más da subirle siete! Eso no se le hace a un compañero.
Bueno, que hoy comienzo y no tengo ni elaborado el programa. Y es que cogí esta asignatura nueva pensando en qué no habría alumnos, con la fama de hijoputa que tengo. Pero, no, ellos van y se matriculan. Seguro que sólo por joder. Voy a hablar con el rector a ver si hacemos un apaño y logro que se contrate a algún becario para que la de.
Si es que cada año me gusta menos esto de dar clases... ¡Qué cruz, María Jesús!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si te gusta tan poco tu trabajo y piensas lo que dices por aquí ¿por qué no te marchas y dejas la universidad?