17 noviembre 2005

Tengo el departamento hecho unos zorros

¿Me voy o no me voy?

Esta mañana ha venido a verme el secretario del departamento. Es un chico joven que está reuniendo méritos para la convocatoria de maricón el último y hace unas actas que son todo un ejemplo de amor por el detalle. Demasiado, hasta el punto de que tras la primera que redactó hubo que pedirle que dejara de consignar la hora de llegada de cada uno y los momentos en los que se producían las risas. Bueno, a lo que vamos, que siempre termino marchándome por los cerros de Úbeda.
Ha venido esta mañana mi secretario y me ha pedido que planteemos una reunión del departamento para hablar de mi sustitución. No puedo decir que me coja de sorpresa, pues ya me había informado de que el compaginar ambos puestos no era demasiado ético ni legal. La cosa es que yo me hice el sueco, más que nada a ver cuánto tardaban en el departamento en respirar. Y parece que han tardado menos de lo esperado. Eso es señal de que la distancia disipa el poder. No obstante, el pobre del secretario tiene cara de muerto mientras me explica que posiblemente, a lo mejor, qué ya sería casualidad, qué sólo si yo lo veo bien, lo que tú digas Macareno.
Hoy ha sudado un par de kilos. Después de hacerlo sufrir poniendo cara de cabreado, cosa que hago francamente bien, le he rogado que se apreste a convocar el consejo de departamento y que abra un plazo para la presentación de candidaturas a la dirección. Sabe que no es el procedimiento habitual. "Precisamente", le digo, "no es habitual que alguien tenga que sustituirme".
Ahora me queda esperar para ver si alguien tiene huevos de sacar la cabeza sin hablar primero conmigo. El que lo haga que se de por follado. Me lo cargo en la votación como que mi madre me puso por nombre Macareno. Que no ha nacido aún el profesor de economía que se atreva a toserme en este departamento.

AMEN, dice el secretario.

Jesús, Jesús, qué cruz.

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