11 noviembre 2005

El MacGuffin

Vendo humo, oiga

A veces los planes salen rebién. ¿Quién me lo iba a decir? Hoy me han llamado de dos periódicos para que les comente algo sobre la cortina de humo que me inventé ayer. Nada más lejos de mi intención que defraudar a la prensa. Así que no sólo les he contado todos los pormenores (inventados para la ocasión), sino que le he puesto un nombre acorde con los tiempos que corren: "Unimatrix".
Incluso, me han pedido que acuda mañana a un programa de televisión. No obstante, me da un poco de miedo pues resulta que el presentador del programa local es un conocido terrorista herciano que se dedica a despotricar de todo lo divino y de lo humano. Todavía me acuerdo de cuándo lanzó una campaña contra un compañero de departamento que había osado romper con el mensaje oficial de los políticos provinciales. El muy capullo (que encima es de la perversa oposición) osó decir que el sector del ovino había crecido un 20% en el ejercicio anterior. Se montó un pollo terrible. Todo el mundo relacionado con el sector se le echó encima y este personaje se tiró un telediario completo acordándose de él. Que si una prostituta le había arreado a su cliente con el bolso después de que éste le pidiera que le tratara como a un bebé de teta, el comentarista terminaba la noticia diciendo "¿sabrá el señor Úbeda lo que es una teta humana, porque las de las ovejas no debe saber cómo son?"
Vamos, que es más peligroso que un mono con metralleta. Y, encima, es de esos que saben de todo. Me parto de risa cuando veo las tertulias que organiza. Son en plan mesa camilla (yo creo que graba los programas en su casa) y no deja hablar a nadie. Con todo, lo realmente increíble es el poder que tiene. Cuando llega a una rueda de prensa es impresionante ver lo solícitos que son con él los políticos. Y es más increíble cuando oyes lo que dicen en cuanto se da la vuelta. Realmente, mis sentimientos hacia él son contradictorios, de un lado me repele su forma de informar, pero por otra me quito el sombrero ante su capacidad para influir y, creo que no exagero, para hacer eso que los modernos llaman formar opinión. Yo prefiero llamarle mandar.
Nervioso como una debutante en sociedad me encuentro a unos minutos de partir para el estudio (es un decir). Y es que, encima, el programita es a una hora bastante intempestiva. Así que lo que suceda ya lo contaré mañana.

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