01 noviembre 2005

Cosas que te diría con sólo mirarte

Por ejemplo, hijoputa

Si uno pudiera decir lo primero que se le viene a la cabeza, sin miedo a las consecuencias o a los malos rollos. O a las malas interpretaciones. Pero no se puede, qué lastima.
Aunque si se pudiera, posiblemente a día de hoy no tendría que vivir pendiente de las Alquen para mitigar los efectos de la úlcera. Por ejemplo, podría haberle dicho hijoputa a Dorado; y se lo hubiera dicho con sólo mirarle. Cuando se estaba ventilando lo de mi plaza de catedrático, se abrió una especie de veda para que se pudieran incorporar profesores de enseñanzas medias con doctorado. El muy cabrón puso su currículum encima de la mesa y amenazó con presentarse a la plaza si no se le admitía en el departamento.
Posiblemente a este payo nadie le había explicado cómo se hace esto de la Universidad, que antes de poder amenazar hay que chupar mucho banquillo, tanto más cuanto más brillante se sea; y que nadie, repito, nadie puede pensar en ponerme a mi entre la espada y la pared. Pero el muy borde lo hizo y, hay que reconocerlo, su ridiculum no era malo del todo. Hubiera dado igual, yo tenía tres votos, pero no me quise arriesgar. Le hice prometer que no pediría la titularidad antes de dos años, pensando que en ese tiempo lo lograría poner bajo mi égida.
Me equivoqué, no sólo no lo puse bajo mi manto, sino que rápidamente pasó a comandar el grupo de los respondones departamentales. Eso sí, a día de hoy puedo decir con orgullo que aún no ha sacado la plaza y que mientras que yo sea director de departamento no podrá serlo. Me pasé un año sin convocar el consejo de departamento para que no pudiera hacer la petición, luego le rechacé en la comisión de gobierno la entrada en el orden del día del punto, no dejando tampoco turno de ruegos y preguntas durante otro año y, en la convocatoria de maricón el último, logré que sus compañeros de área se pusieran de mi lado, ante el temor de éstos a que lograra ser catedrático antes que los veteranos (que a mi que no lo van a lograr).
Pues bien, me he enterado de que hace un año pidió el favor a un compañero de Dirección de Empresas que le aprobara al hijo con un 4,5. Ya se que muchos lo hacen (yo no me rebajo por medio punto, sólo por la matrícula o el sobresaliente). Finalmente el chico aprobó, como todos los que tenían 4,5. Pero eso el no lo sabe, ya que llamó para dar las gracias. Conociéndole, seguro que tiene mala conciencia.

No le llamaré hijoputa... pero lo dejaré fuera de juego. ¡Por mi MariCruz!

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