Metodología de la investigación
Bueno, pues ya terminó el suplicio del curso de doctorado. Como diría Julio César (¿o fue el Barcelona?): fui, vi y vencí. Para empezar a la sesión inicial no vinieron todos los alumnos, faltaron dos. El resto, o sea 8, sacaron sus folios nada más verme entrar y se dispusieron a copiar.
"Esto no es como las clases de la carrera", les dije. "Aquí es el alumno el que debe hacer la mayor parte del trabajo. Se pretende que ustedes aprendan a investigar, que sean capaces de hacer una tesis y que sea el comienzo de su carrera académica".
Tras ese comienzo les expuse la cruda realidad: "Ahora bien, que ustedes terminen este programa de doctorado no les garantiza que sean buenos investigadores. Un investigador primero nace y, luego, se termina de hacer. Nosotros podemos enseñarles técnicas, herramientas... Los mimbres para que ustedes tejan la red. Pero... a hacerse las preguntas relevantes no se puede enseñar".
"Posiblemente ni la mitad de ustedes tienen esa capacidad. Y, por otro lado, las previsiones de crecimiento de este departamento son cercanas a cero. Así que, si me permiten ser sincero, la inmensa mayoría de ustedes vienen aquí a perder su tiempo". Si, con todo, consideran que quieren seguir, adelante. Les animo a mostrar sus habilidades y, si son merecedoras de mi apoyo, me comprometo a sacarles adelante, pero no más de a uno".
Las caras de asombro me llegaron a asombrar, ¿se pensarían que los cursos de doctorado eran algo útil?
Así que para no desanimarlos más les pasé una bibliografía básica sobre epistemología y les emplacé para el jueves a las 14:00 horas. Eso si, les dejé caer que ese horario era innegociable y que el objeto del curso era que hicieran un trabajo sobre los libros propuestos. Nada más. Así que no era imprescindible acudir.
Espero que no venga nadie, que ya me había hecho a la idea de no dar un palo al agua en este curso, en lo que a clases se refiere, claro. Y, además, estoy buscando a alguien que me haga una presentación en flash de los proyectos para presentarlos espectacularmente en las Américas.
Ay, Mari Luz, que esto del doctorado es una cruz....
Macareno
02 diciembre 2005
Doctorando, que es gerundio
Metodología de la investigación
Bueno, pues ya terminó el suplicio del curso de doctorado. Como diría Julio César (¿o fue el Barcelona?): fui, vi y vencí. Para empezar, a la sesión inicial no vinieron todos los alumnos, faltaron dos. El resto, o sea 8, sacaron sus folios nada más verme entrar y se dispusieron a copiar.
"Esto no es como las clases de la carrera", les dije. "Aquí es el alumno el que debe hacer la mayor parte del trabajo. Se pretende que ustedes aprendan a investigar, que sean capaces de hacer una tesis y que éste sea el comienzo de su carrera académica".
Tras ese comienzo les expuse la cruda realidad: "Ahora bien, que ustedes terminen este programa de doctorado no les garantiza que sean buenos investigadores. Un investigador primero nace y, luego, se termina de hacer. Nosotros podemos enseñarles técnicas, herramientas... Los mimbres para que ustedes tejan la red. Pero a hacerse las preguntas relevantes no se puede enseñar".
"Posiblemente ni la mitad de ustedes tienen esa capacidad. Y, por otro lado, las previsiones de crecimiento de este departamento son cercanas a cero. Así que, si me permiten ser sincero, la inmensa mayoría de ustedes vienen aquí a perder su tiempo". Si, con todo, consideran que quieren seguir, adelante. Les animo a mostrar sus habilidades y, si son merecedoras de mi apoyo, me comprometo a sacarles adelante, pero no más de a uno".
Las caras de asombro me llegaron a asombrar, ¿se pensarían que los cursos de doctorado eran algo útil?
Así que para no desanimarlos más les pasé una bibliografía básica sobre epistemología y les emplacé para el jueves a las 14:00 horas. Eso si, les dejé caer que ese horario era innegociable y que el objeto del curso era que hicieran un trabajo sobre los libros propuestos. Nada más. Así que no era imprescindible acudir.
Espero que no venga nadie, que ya me había hecho a la idea de no dar un palo al agua en este curso, en lo que a clases se refiere, claro. Y, además, estoy buscando a alguien que me haga una presentación en flash de los proyectos para presentarlos espectacularmente en las Américas.
Ay, Mari Luz, que esto del doctorado es una cruz....
Bueno, pues ya terminó el suplicio del curso de doctorado. Como diría Julio César (¿o fue el Barcelona?): fui, vi y vencí. Para empezar, a la sesión inicial no vinieron todos los alumnos, faltaron dos. El resto, o sea 8, sacaron sus folios nada más verme entrar y se dispusieron a copiar.
"Esto no es como las clases de la carrera", les dije. "Aquí es el alumno el que debe hacer la mayor parte del trabajo. Se pretende que ustedes aprendan a investigar, que sean capaces de hacer una tesis y que éste sea el comienzo de su carrera académica".
Tras ese comienzo les expuse la cruda realidad: "Ahora bien, que ustedes terminen este programa de doctorado no les garantiza que sean buenos investigadores. Un investigador primero nace y, luego, se termina de hacer. Nosotros podemos enseñarles técnicas, herramientas... Los mimbres para que ustedes tejan la red. Pero a hacerse las preguntas relevantes no se puede enseñar".
"Posiblemente ni la mitad de ustedes tienen esa capacidad. Y, por otro lado, las previsiones de crecimiento de este departamento son cercanas a cero. Así que, si me permiten ser sincero, la inmensa mayoría de ustedes vienen aquí a perder su tiempo". Si, con todo, consideran que quieren seguir, adelante. Les animo a mostrar sus habilidades y, si son merecedoras de mi apoyo, me comprometo a sacarles adelante, pero no más de a uno".
Las caras de asombro me llegaron a asombrar, ¿se pensarían que los cursos de doctorado eran algo útil?
Así que para no desanimarlos más les pasé una bibliografía básica sobre epistemología y les emplacé para el jueves a las 14:00 horas. Eso si, les dejé caer que ese horario era innegociable y que el objeto del curso era que hicieran un trabajo sobre los libros propuestos. Nada más. Así que no era imprescindible acudir.
Espero que no venga nadie, que ya me había hecho a la idea de no dar un palo al agua en este curso, en lo que a clases se refiere, claro. Y, además, estoy buscando a alguien que me haga una presentación en flash de los proyectos para presentarlos espectacularmente en las Américas.
Ay, Mari Luz, que esto del doctorado es una cruz....
01 diciembre 2005
Otra vez de tertulia
¿A que me alcoholizo?
Jooooooder. Pensaba yo que el tertuliano borrachín era lo más fuerte que había visto en televisión, excepción hecha de la irrepetible antología de la melopea que se marcó el señor Arrabal, años ha.
Pero resulta que no, que hay especímenes tertulianos aún más sorprendentes. Por ejemplo, el tertuliano reflexivo-que-va-de-guay-por-el-mundo. La leche de tío. Y encima también es profesor. Según me cuenta mi informada base de datos es de derecho, y es el típico tipo con complejo de Peter Pan. Invita a los alumnos a fumar porros (que pagan ellos) y luego se los fusila con la misma facilidad que yo me paso por el forro los consejos de departamento.
Para terminar el grupito de la noche, junto con el amigo de la ginebra, el guay-que-te-cagas con chaqueta de cuero negro y el telepredicador imparable estaba el rector, invitado esa noche para hablar del Plan Estratégico. Para romper con la monotonía el rector tuvo la palabra durante casi todo el primer bloque. Mi amigo el periodista apenas le interrumpió en un par de ocasiones y yo comprendí el atractivo de este hombre como candidato: cercano, dichanachero, hábil y certero en el uso del verbo.
A la primera oportunidad que tuvo el reflexivo (esto lo digo porque se pasó toda la noche con la mano derecha sosteniendo su barbilla), introdujo con una voz profunda y rotunda una pregunta absurda, pero dicha con tanta seguridad que parecía emanar de un conocimiento tan profundo que se nos escapaba a los demás:
– ¿Responde la universidad a las necesidades de la sociedad o es la sociedad la que transfiere a la organización universitaria sus paranoias y deseos en forma de peticiones formales? ¿Acaso no es lo uno reflejo de lo otro y viceversa?
El rector, que lujo de hombre, hábilmente se negó entrar a un trapo envenenado como ese y, con la gracia de un torero experto escurrió el bulto con una verónica y un pase de pecho:
– Esas son dos buenas preguntas, pero creo que debiera ser Macareno el que las responda, ya que él está más directamente involucrado en el proyecto de Plan.
Y con una sonrisa en los labios dirigió su mirada hacia mi, que por entonces andaba absorto viendo cómo el contertulio ginebrino se enchufaba el tercer vaso de la noche.
– Hombre rector, yo ...–balbuceé
El presentador esbozó una sonrisa malvada que se me clavó en el alma como una estaca de madera. El muy jodido se alborozaba con la patada en la boca del estómago que acababa de darme el rector y que amenazaba con cortarme el aire.
A veces, las neuronas piensan mejor cabreadas y, aquella sonrisa profidén, encendió los motores del engranaje que son los pensamientos. Tenía dos opciones básicas, envainármela con una faena de aliño que, en ningún caso, sería notoria; o trasladar la jodienda a otro.
Obviamente hice lo segundo:
– Yo, yo, me alegro que me des la oportunidad de expresar mi opinión a este respecto, pero creo que nuestro elegante amigo debiera explicar a la audiencia qué es lo que ha querido decir. Más que nada porque siempre se nos acusa a los científicos de resultar demasiado complicados para el resto de los mortales. Y, en nuestra universidad, no queremos dar esa imagen.
Y con la misma sonrisa que puso el rector para mirarme, miré yo al profesor de derecho.
Imborrable la cara que puso. Tan de nuevas le pilló la estrategia que cogió el vaso de ginebra sin darse cuenta. El dueño de tan preciado líquido, más fuera de sí que dentro del programa, intentó arrebatarle el vaso. Claro que, con tres copazos en el cuerpo (más lo que trajera de casa), sólo logró caerse, pasando antes su cara desencajada por el objetivo de la cámara. Esto puso aún más nervioso a nuestro colega, que bebió un gran sorbo de lo que él pensaba agua. La sorpresa le llevó a expulsar la ginebra sobre el borracho que, en ese momento, se levantaba del suelo.
Y pasó lo que tenía que pasar, le soltó un mamporro en toda la cara que le tiró de espaldas con la silla incluída.
Y así acabó el programa. Aunque me temo que mañana la Universidad volverá ser blanco de todas las plumas afiladas de la provincia, en esta ocasión serán los de otra facultad los que tengan que verse a los pies de los caballos.
Que cruz, Mari Luz, qué cruz.
Jooooooder. Pensaba yo que el tertuliano borrachín era lo más fuerte que había visto en televisión, excepción hecha de la irrepetible antología de la melopea que se marcó el señor Arrabal, años ha.
Pero resulta que no, que hay especímenes tertulianos aún más sorprendentes. Por ejemplo, el tertuliano reflexivo-que-va-de-guay-por-el-mundo. La leche de tío. Y encima también es profesor. Según me cuenta mi informada base de datos es de derecho, y es el típico tipo con complejo de Peter Pan. Invita a los alumnos a fumar porros (que pagan ellos) y luego se los fusila con la misma facilidad que yo me paso por el forro los consejos de departamento.
Para terminar el grupito de la noche, junto con el amigo de la ginebra, el guay-que-te-cagas con chaqueta de cuero negro y el telepredicador imparable estaba el rector, invitado esa noche para hablar del Plan Estratégico. Para romper con la monotonía el rector tuvo la palabra durante casi todo el primer bloque. Mi amigo el periodista apenas le interrumpió en un par de ocasiones y yo comprendí el atractivo de este hombre como candidato: cercano, dichanachero, hábil y certero en el uso del verbo.
A la primera oportunidad que tuvo el reflexivo (esto lo digo porque se pasó toda la noche con la mano derecha sosteniendo su barbilla), introdujo con una voz profunda y rotunda una pregunta absurda, pero dicha con tanta seguridad que parecía emanar de un conocimiento tan profundo que se nos escapaba a los demás:
– ¿Responde la universidad a las necesidades de la sociedad o es la sociedad la que transfiere a la organización universitaria sus paranoias y deseos en forma de peticiones formales? ¿Acaso no es lo uno reflejo de lo otro y viceversa?
El rector, que lujo de hombre, hábilmente se negó entrar a un trapo envenenado como ese y, con la gracia de un torero experto escurrió el bulto con una verónica y un pase de pecho:
– Esas son dos buenas preguntas, pero creo que debiera ser Macareno el que las responda, ya que él está más directamente involucrado en el proyecto de Plan.
Y con una sonrisa en los labios dirigió su mirada hacia mi, que por entonces andaba absorto viendo cómo el contertulio ginebrino se enchufaba el tercer vaso de la noche.
– Hombre rector, yo ...–balbuceé
El presentador esbozó una sonrisa malvada que se me clavó en el alma como una estaca de madera. El muy jodido se alborozaba con la patada en la boca del estómago que acababa de darme el rector y que amenazaba con cortarme el aire.
A veces, las neuronas piensan mejor cabreadas y, aquella sonrisa profidén, encendió los motores del engranaje que son los pensamientos. Tenía dos opciones básicas, envainármela con una faena de aliño que, en ningún caso, sería notoria; o trasladar la jodienda a otro.
Obviamente hice lo segundo:
– Yo, yo, me alegro que me des la oportunidad de expresar mi opinión a este respecto, pero creo que nuestro elegante amigo debiera explicar a la audiencia qué es lo que ha querido decir. Más que nada porque siempre se nos acusa a los científicos de resultar demasiado complicados para el resto de los mortales. Y, en nuestra universidad, no queremos dar esa imagen.
Y con la misma sonrisa que puso el rector para mirarme, miré yo al profesor de derecho.
Imborrable la cara que puso. Tan de nuevas le pilló la estrategia que cogió el vaso de ginebra sin darse cuenta. El dueño de tan preciado líquido, más fuera de sí que dentro del programa, intentó arrebatarle el vaso. Claro que, con tres copazos en el cuerpo (más lo que trajera de casa), sólo logró caerse, pasando antes su cara desencajada por el objetivo de la cámara. Esto puso aún más nervioso a nuestro colega, que bebió un gran sorbo de lo que él pensaba agua. La sorpresa le llevó a expulsar la ginebra sobre el borracho que, en ese momento, se levantaba del suelo.
Y pasó lo que tenía que pasar, le soltó un mamporro en toda la cara que le tiró de espaldas con la silla incluída.
Y así acabó el programa. Aunque me temo que mañana la Universidad volverá ser blanco de todas las plumas afiladas de la provincia, en esta ocasión serán los de otra facultad los que tengan que verse a los pies de los caballos.
Que cruz, Mari Luz, qué cruz.
30 noviembre 2005
Preparando la clase de doctorado
Quién me mandaría a mi ...
Mira que lo pensé. Tenía que haber sido más resolutivo y haberle cortado la cabeza al becario pelota por haber ido buscando voluntarios para el curso de doctorado. A veces este muchacho se pasa de servicial. Bueno, qué le vamos a hacer, al menos le adornan otras cualidades que le hacen útil para la vida universitaria.
Cuando me encuentro gente como ésta, siempre me acuerdo de un venerable profesor que tuve en cuarto de carrera que me decía que para la universidad hacían falta personas inteligentes, sólo personas inteligentes, que ya había suficientes necios fuera. Qué equivocado que estaba el pobre. En la universidad sólo hacen falta unos pocos inteligentes y muchos necios. ¿A qué se iban de dedicar si no los primeros? A manejar a los necios, obviamente.
A lo que vamos, a ver si siguiendo la vieja táctica de los romanos de divide y vencerás logro que los alumnos no asistan al curso. "Metodología científica" se llama el curso, y es de los obligatorios. He pensado poner un horario imposible para la mayoría y facilitar en lo posible la no asistencia. Para evaluarlos, como siempre, un trabajito, y nadie con sobresaliente, si acaso un par de notables y el resto aprobados y no presentados.
El primer año sentí algo de congoja cuando para dar los notables pesé todos los trabajos y les puse esa nota al más pesado y al más ligero. Claro, que se me pasó rápido. Ahora ya no siento nada. Bueno, si, mucha satisfacción cuando los uso para encender la chimenea en los días fríos de invierno.
El día 2 de diciembre comienza el espectáculo.
Si no fuera por el becario pelota ... este curso sería un full. Ay que lastimita Mari Cruz.
Mira que lo pensé. Tenía que haber sido más resolutivo y haberle cortado la cabeza al becario pelota por haber ido buscando voluntarios para el curso de doctorado. A veces este muchacho se pasa de servicial. Bueno, qué le vamos a hacer, al menos le adornan otras cualidades que le hacen útil para la vida universitaria.
Cuando me encuentro gente como ésta, siempre me acuerdo de un venerable profesor que tuve en cuarto de carrera que me decía que para la universidad hacían falta personas inteligentes, sólo personas inteligentes, que ya había suficientes necios fuera. Qué equivocado que estaba el pobre. En la universidad sólo hacen falta unos pocos inteligentes y muchos necios. ¿A qué se iban de dedicar si no los primeros? A manejar a los necios, obviamente.
A lo que vamos, a ver si siguiendo la vieja táctica de los romanos de divide y vencerás logro que los alumnos no asistan al curso. "Metodología científica" se llama el curso, y es de los obligatorios. He pensado poner un horario imposible para la mayoría y facilitar en lo posible la no asistencia. Para evaluarlos, como siempre, un trabajito, y nadie con sobresaliente, si acaso un par de notables y el resto aprobados y no presentados.
El primer año sentí algo de congoja cuando para dar los notables pesé todos los trabajos y les puse esa nota al más pesado y al más ligero. Claro, que se me pasó rápido. Ahora ya no siento nada. Bueno, si, mucha satisfacción cuando los uso para encender la chimenea en los días fríos de invierno.
El día 2 de diciembre comienza el espectáculo.
Si no fuera por el becario pelota ... este curso sería un full. Ay que lastimita Mari Cruz.
Plan de vigilancia y control
Y, de paso, a preparar las maletas.
Ayer no pude parar de darle vueltas al coco, y el jodido pelota no fue capaz de aclararme demasiado, así que anoche, en plena madrugada entre vuelta y vuelta insomne, tuve una revelación. Y esta mañana he dado las órdenes oportunas.
Mi revelación fue la puesta en marcha de un sistema de control de la asistencia a las clases del profesorado. Los términos iniciales de la ensoñación incorporaban unos chips con GPS incorporados en el cogote de los profesores, de manera que sobre un mapa del campus se podía saber dónde andaba cada uno en cada momento y junto a quién. Pero, claro, un proyecto así es irrealizable, más que nada por cuestiones presupuestarias.
Pero he ideado algo un poco menos caro y que logra cubrir dos objetivos. De un lado, controlamos al personal, de otro, creamos malestar entre conserjes y profesorado, de forma que las alianzas electorales sean más complicadas. En cuanto se lo he contado al equipo de gobierno, todo han sido parabienes y felicitaciones, así que ha sido terminar de hablar con el rector y venirme al despacho para dar las órdenes oportunas.
Desde hoy, es obligación de los bedeles vigilar si los profesores van por clase. El coordinador pensó que lo mejor era un control de firmas, pero yo insistí que lo que había que hacer era abrir la puerta de la clase y mirar adentro, de manera que se certificara que la clase se está desarrollando y que el profesor que está dentro es el que debe.
No parece que le haya gustado la idea, pero se ha tenido que aguantar cuando le he dicho que si tenía alguna duda no debía más que llamar al rector. Esta noche dormiré tranquilo. Después de esto, la próxima vez que dude, lo tendré claro: será miedo (ver el capítulo anterior).
Y, mira por dónde, también hoy me han comunicado que a primeros de mes tengo que estar en Argentina para contarles el H24 y el Unimatrix. ¡Qué bien! Aunque ahora no ser que les voy a contar...
Mari Cruz, Mari Cruz, si no sale el sol, yo enciendo la luz.
Mi revelación fue la puesta en marcha de un sistema de control de la asistencia a las clases del profesorado. Los términos iniciales de la ensoñación incorporaban unos chips con GPS incorporados en el cogote de los profesores, de manera que sobre un mapa del campus se podía saber dónde andaba cada uno en cada momento y junto a quién. Pero, claro, un proyecto así es irrealizable, más que nada por cuestiones presupuestarias.
Pero he ideado algo un poco menos caro y que logra cubrir dos objetivos. De un lado, controlamos al personal, de otro, creamos malestar entre conserjes y profesorado, de forma que las alianzas electorales sean más complicadas. En cuanto se lo he contado al equipo de gobierno, todo han sido parabienes y felicitaciones, así que ha sido terminar de hablar con el rector y venirme al despacho para dar las órdenes oportunas.
Desde hoy, es obligación de los bedeles vigilar si los profesores van por clase. El coordinador pensó que lo mejor era un control de firmas, pero yo insistí que lo que había que hacer era abrir la puerta de la clase y mirar adentro, de manera que se certificara que la clase se está desarrollando y que el profesor que está dentro es el que debe.
No parece que le haya gustado la idea, pero se ha tenido que aguantar cuando le he dicho que si tenía alguna duda no debía más que llamar al rector. Esta noche dormiré tranquilo. Después de esto, la próxima vez que dude, lo tendré claro: será miedo (ver el capítulo anterior).
Y, mira por dónde, también hoy me han comunicado que a primeros de mes tengo que estar en Argentina para contarles el H24 y el Unimatrix. ¡Qué bien! Aunque ahora no ser que les voy a contar...
Mari Cruz, Mari Cruz, si no sale el sol, yo enciendo la luz.
29 noviembre 2005
Y, ahora, curso de doctorado
Por si no fuera poco, contribución de enseñanzas propias a mi nivel de estress.
En estos últimos días las cosas no terminan de salir bien. Y es que no puedo por menos que comenzar a sospechar que hay una conjura contra mi. Y no es que yo sea un paranoico, pero desde un tiempo a esta parte parece que la gente me rehuye, las conversaciones de café se circunscriben a comentarios generales sobre el clima y, cuando entro en los despachos, las voces se cortan súbitamente o, lo que es peor, cambian rápidamente de tema.
De modo que la cosa está de forma que no se si es que la gente me tiene miedo o si es que las ratas comienzan a huir del barco que se hunde y yo no me he percatado de que tenemos una vía de agua. Tendré que poner al becario pelota a circular por la universidad, a ver si se entera.
En días como este es cuando echo de menos lo tiempos en que jugueteando con el FTP (yo le llamaba cariñosamente el FronTisPicio, parece que hace siglos) logré entrar en los buzones de correo de mis compañeros. No es que yo sea curioso, pero recuerdo que leyendo un poco por ahí y otro poco por allá me enteré de que me llamaban "el candidato", o "el tapado", incluso alguna se atrevió a denominarme como "ese cabrón egoísta y ambicioso". ¡Qué tiempos! Le di tanto por culo que terminó mendigando por el campus un cambio de departamento.
Y, para colmo de males, como si no tuviera suficiente con estar dándole todo el rato a la pelota con estos temas tan importantes, van los de tercer ciclo y me felicitan por que finalmente hemos logrado el mínimo para impartir el programa de doctorado. ¡Pues vaya gracia! Ahora tendré que prepararme las jodidas clases. Ahora bien, este año me niego a venir por las tardes, que ya está bien con tener que estar toda la mañana. Así que si quieren bien, y si no también, les pongo las clases de dos a tres de la tarde. Y el que no pueda venir, que se joda.
Desde luego, hay días en los que sería mejor no ver la luz, ¿qué no, Mari Cruz?
De modo que la cosa está de forma que no se si es que la gente me tiene miedo o si es que las ratas comienzan a huir del barco que se hunde y yo no me he percatado de que tenemos una vía de agua. Tendré que poner al becario pelota a circular por la universidad, a ver si se entera.
En días como este es cuando echo de menos lo tiempos en que jugueteando con el FTP (yo le llamaba cariñosamente el FronTisPicio, parece que hace siglos) logré entrar en los buzones de correo de mis compañeros. No es que yo sea curioso, pero recuerdo que leyendo un poco por ahí y otro poco por allá me enteré de que me llamaban "el candidato", o "el tapado", incluso alguna se atrevió a denominarme como "ese cabrón egoísta y ambicioso". ¡Qué tiempos! Le di tanto por culo que terminó mendigando por el campus un cambio de departamento.
Y, para colmo de males, como si no tuviera suficiente con estar dándole todo el rato a la pelota con estos temas tan importantes, van los de tercer ciclo y me felicitan por que finalmente hemos logrado el mínimo para impartir el programa de doctorado. ¡Pues vaya gracia! Ahora tendré que prepararme las jodidas clases. Ahora bien, este año me niego a venir por las tardes, que ya está bien con tener que estar toda la mañana. Así que si quieren bien, y si no también, les pongo las clases de dos a tres de la tarde. Y el que no pueda venir, que se joda.
Desde luego, hay días en los que sería mejor no ver la luz, ¿qué no, Mari Cruz?
28 noviembre 2005
El consejo de departamento
La tarde de las cabezas cortadas.
Finalmente hubo un valiente. El inconsciente y constante Dorado hizo los honores, pero no lo anunció con antelación. Así que su paso al frente nos cogió tan de sorpresa como si hubiera salido del armario (cosa que no me extrañaría que pasara algún día, pero esa es otra historia).
La cosa comenzó mal, al interrogar como es preceptivo a los catedráticos de universidad, ni yo (por razones obvias), ni Álvaro (por inconfesables razones) levantamos el brazo. La negativa de Álvaro me cogió de nuevas, pues creía que no iba a desaprovechar la ocasión de hacerse con mi puesto. Más tarde comprendería yo el porqué.
Al preguntar entre los profesores titulares, nadie se movió, y eso que ese es un frente en el que gano por goleada. Claro, me perdió el exceso de confianza. Al pensar que Álvaro iba a ganar no preparé candidato alternativo. Así que llegamos al capítulo de la morralla, y entonces fue cuando se descubrió el pastel. Dorado levantó su mano y, acto seguido, Álvaro tomó la palabra para loar las bondades del candidato. Y, ya que estaba, comento sus buenas condiciones humanas, su rectitud moral y su "falta absoluta de mala leche". ¡Hay que ser cabrón! Encima atacando con bolas de acero.
Me cogió con el paso cambiado y la clara alusión a mi forma de llevar el departamento fue una tocada de pelotas que no me esperaba y que me escoció sobremanera. Así que le eché una mirada al secretario, ordenándole con los ojos que se presentara de inmediato. El muy imbécil, en lugar de eso, agachó la cabeza y se limitó a mirar el suelo.
"Será idiota", pensé. Pero no, no es idiota, simplemente es un hijo de puta con todas la letras. Casi me caigo de la silla cuando Dorado propuso como secretario al secretario. ¡Traición! grité para mis adentros y susurré para mis afueras, aunque los demás sólo escucharon una tos.
Para no dejar tiempo de reacción se procedió rápidamente a la votación, secreta, por supuesto. Y, cuando Dorado ya era director hizo algo que nunca olvidaré. Tiró las papeletas con los votos a la palera y les prendió fuego. "Así se garantiza el anonimato", dijo. Algunos me miraron, incluso unos pocos se sonrieron en mi cara.
Me han defenestrado. Al menos eso creen. No saben que ganar una batalla no es ganar la guerra. Aún tengo controlada la mayoría de los votos y, en esta coyuntura, mi poder en la comisión de gobierno puede chafar todas las propuestas que salgan de este departamento reaccionario. Ahora, lo más importante es lograr que en el rectorado no interpreten el resultado como una derrota personal. Tendré que hablar urgentemente con el rector.
Ay, ay Mari Luz que entre Dorado y Alvaro, me cuelgan en una cruz.
La cosa comenzó mal, al interrogar como es preceptivo a los catedráticos de universidad, ni yo (por razones obvias), ni Álvaro (por inconfesables razones) levantamos el brazo. La negativa de Álvaro me cogió de nuevas, pues creía que no iba a desaprovechar la ocasión de hacerse con mi puesto. Más tarde comprendería yo el porqué.
Al preguntar entre los profesores titulares, nadie se movió, y eso que ese es un frente en el que gano por goleada. Claro, me perdió el exceso de confianza. Al pensar que Álvaro iba a ganar no preparé candidato alternativo. Así que llegamos al capítulo de la morralla, y entonces fue cuando se descubrió el pastel. Dorado levantó su mano y, acto seguido, Álvaro tomó la palabra para loar las bondades del candidato. Y, ya que estaba, comento sus buenas condiciones humanas, su rectitud moral y su "falta absoluta de mala leche". ¡Hay que ser cabrón! Encima atacando con bolas de acero.
Me cogió con el paso cambiado y la clara alusión a mi forma de llevar el departamento fue una tocada de pelotas que no me esperaba y que me escoció sobremanera. Así que le eché una mirada al secretario, ordenándole con los ojos que se presentara de inmediato. El muy imbécil, en lugar de eso, agachó la cabeza y se limitó a mirar el suelo.
"Será idiota", pensé. Pero no, no es idiota, simplemente es un hijo de puta con todas la letras. Casi me caigo de la silla cuando Dorado propuso como secretario al secretario. ¡Traición! grité para mis adentros y susurré para mis afueras, aunque los demás sólo escucharon una tos.
Para no dejar tiempo de reacción se procedió rápidamente a la votación, secreta, por supuesto. Y, cuando Dorado ya era director hizo algo que nunca olvidaré. Tiró las papeletas con los votos a la palera y les prendió fuego. "Así se garantiza el anonimato", dijo. Algunos me miraron, incluso unos pocos se sonrieron en mi cara.
Me han defenestrado. Al menos eso creen. No saben que ganar una batalla no es ganar la guerra. Aún tengo controlada la mayoría de los votos y, en esta coyuntura, mi poder en la comisión de gobierno puede chafar todas las propuestas que salgan de este departamento reaccionario. Ahora, lo más importante es lograr que en el rectorado no interpreten el resultado como una derrota personal. Tendré que hablar urgentemente con el rector.
Ay, ay Mari Luz que entre Dorado y Alvaro, me cuelgan en una cruz.
25 noviembre 2005
A 4 días del día de los subnormales
Que diría mi amigo el Dr. Criminal.
Mañana me toca dimitir de mi cargo en el departamento y, sí, ha habido un valiente-inconsciente que se ha atrevido a postularse como candidato a la nuevo director sin haber pedido mi consentimiento. Ya lo he dicho en varias ocasiones, pero estos son malos tiempos para el escalafón. Si es que ya no hay respeto para nada. Y no es una metáfora. Por ejemplo, hoy en una lista de distribución me he enterado que el 20 de noviembre es el día de los subnormales con todo el respeto para los de verdad. No terminaba de entender esa petición de excusas. Alguien en la lista hizo notar la coincidencia entre dicha celebración y el día de la muerte de Franco.
Y, ahí estaba el misterio, no es que realmente fuera el día mundial de los subnormales, sino que el susodicho sujeto lo denominaba así en honor de los que se congregan cada año en la Plaza de Oriente en este día, con perdón, para los subnormales. Reconozco que me hizo gracia, pero hasta cierto punto. Desde la transición comprendí que los tiempos estaban cambiando y que había que ir modificando las formas de puertas hacia afuera. Así logré seguir con mi carrera y que se olvidaran algunos pecadillos de juventud. Y, en 1982, con presteza me afilié al PSOE, por lo que pudiera pasar. Y pasó.
Con el cambio y mi nuevo estatus de demócrata de toda la vida pude seguir contra viento y marea. Pero, como decía, ese fue el principio del fin. Todo el mundo se cree con derecho a decirte lo que se le ocurre. Antes, en los buenos tiempos, un catedrático era una figura a la que reverenciar y todo bicho viviente en la universidad tenía que pasar por el aro de las órdenes de uno. Ahora, sin embargo, las costumbres se han relajado tanto que hasta el becario pelota se permitió el otro día el lujo de contarme un chiste y darme golpecitos en el hombro para animarme a la risa.
Pues, para mañana, este subnormal le va a plantar cara a los revolucionarios de nuevo cuño que desean cambiar las cosas. En este departamento, si está de Dios que algo cambie será porque a mi me ha salido de los cojones. Vamos hombre, que es que me ponen de tan mala leche que se me salta el ramalazo antiguo. Y es que, mal que me pese, en este sistema hay que ser más sutil para lograr que todo cambie, para que todo siga igual. ¿No dijo algo así Lewis Carrol?
Ay, ay, Mariluz bonito sería tener aún en las aulas la cruz...
Y, ahí estaba el misterio, no es que realmente fuera el día mundial de los subnormales, sino que el susodicho sujeto lo denominaba así en honor de los que se congregan cada año en la Plaza de Oriente en este día, con perdón, para los subnormales. Reconozco que me hizo gracia, pero hasta cierto punto. Desde la transición comprendí que los tiempos estaban cambiando y que había que ir modificando las formas de puertas hacia afuera. Así logré seguir con mi carrera y que se olvidaran algunos pecadillos de juventud. Y, en 1982, con presteza me afilié al PSOE, por lo que pudiera pasar. Y pasó.
Con el cambio y mi nuevo estatus de demócrata de toda la vida pude seguir contra viento y marea. Pero, como decía, ese fue el principio del fin. Todo el mundo se cree con derecho a decirte lo que se le ocurre. Antes, en los buenos tiempos, un catedrático era una figura a la que reverenciar y todo bicho viviente en la universidad tenía que pasar por el aro de las órdenes de uno. Ahora, sin embargo, las costumbres se han relajado tanto que hasta el becario pelota se permitió el otro día el lujo de contarme un chiste y darme golpecitos en el hombro para animarme a la risa.
Pues, para mañana, este subnormal le va a plantar cara a los revolucionarios de nuevo cuño que desean cambiar las cosas. En este departamento, si está de Dios que algo cambie será porque a mi me ha salido de los cojones. Vamos hombre, que es que me ponen de tan mala leche que se me salta el ramalazo antiguo. Y es que, mal que me pese, en este sistema hay que ser más sutil para lograr que todo cambie, para que todo siga igual. ¿No dijo algo así Lewis Carrol?
Ay, ay, Mariluz bonito sería tener aún en las aulas la cruz...
24 noviembre 2005
La organización del trabajo y el EEES
¡Que viva Ford!
Hoy me ha caído eso que se llama una "patata caliente". Resulta que a las mentes pensantes de la siempre dispuesta a estandarizar Unión Europea, les ha dado por homogeneizar las titulaciones académicas, creando el Espacio Europeo de Educación Superior, o EEES, que más parece el vocablo de un tartaja que nada relacionado con la Universidad. La idea es que los titulados europeos puedan ejercer su profesión en cualquiera de los estados de la Unión sin demasiados problemas.
La cosa es que en Madrid y Sevilla han pensado (maldita manía esa) que sería muy conveniente ir adaptando nuestros procesos a la nueva situación y que vayamos efectuando unas guías de asignaturas para cada una de las carreras de las que tenemos docencia. Y, claro, como resulta que soy el catedrático de mi asignatura me ha tocado la realización de la susodicha guía.
El problema es que soy un poco descreído con todo este tipo de innovaciones, ya que he vivido varias reformas reformas revolucionarias y siempre las cosas han cambiado lo mismo: casi nada. Sin ir más lejos, la reforma de la LRU sólo sirvió para darle cobertura a los profesores que tradicionalmente venían tocándose los huevos o los ovarios (no vayan a cabrearse las universitarias progresistas) a la hora de preparar las clases, ya que tuvieron entonces la excusa perfecta para explicar sus incumplimientos: "verán, es que estaba investigando".
Bueno, lo dicho, que patata caliente al canto y encima coordinación de las operaciones a nivel andaluz de la asignatura. Esto ha sido una putadita del decano, seguro. Total, que se me ha ocurrido contarle al becario pelota lo interesante que sería para su carrera la elaboración de esa guía. Dicho y hecho, el tío se ha puesto a buscar información en internet como un loco y al acabar la mañana me había preparado tres versiones distintas de la susodicha guía. Hay que reconocer que el muchacho le pone ganas. Total que lo de la producción en serie es una gozada, sobre todo cuando son los otros los que tienen que hacer el trabajo.
Hoy me he dedicado a descansar de los efectos etílicos que me dejó la postertulia de ayer, y a tomar café en un par de ocasiones. La información obtenida, a buen seguro, será útil el día de mañana.
La cosa es que en Madrid y Sevilla han pensado (maldita manía esa) que sería muy conveniente ir adaptando nuestros procesos a la nueva situación y que vayamos efectuando unas guías de asignaturas para cada una de las carreras de las que tenemos docencia. Y, claro, como resulta que soy el catedrático de mi asignatura me ha tocado la realización de la susodicha guía.
El problema es que soy un poco descreído con todo este tipo de innovaciones, ya que he vivido varias reformas reformas revolucionarias y siempre las cosas han cambiado lo mismo: casi nada. Sin ir más lejos, la reforma de la LRU sólo sirvió para darle cobertura a los profesores que tradicionalmente venían tocándose los huevos o los ovarios (no vayan a cabrearse las universitarias progresistas) a la hora de preparar las clases, ya que tuvieron entonces la excusa perfecta para explicar sus incumplimientos: "verán, es que estaba investigando".
Bueno, lo dicho, que patata caliente al canto y encima coordinación de las operaciones a nivel andaluz de la asignatura. Esto ha sido una putadita del decano, seguro. Total, que se me ha ocurrido contarle al becario pelota lo interesante que sería para su carrera la elaboración de esa guía. Dicho y hecho, el tío se ha puesto a buscar información en internet como un loco y al acabar la mañana me había preparado tres versiones distintas de la susodicha guía. Hay que reconocer que el muchacho le pone ganas. Total que lo de la producción en serie es una gozada, sobre todo cuando son los otros los que tienen que hacer el trabajo.
Hoy me he dedicado a descansar de los efectos etílicos que me dejó la postertulia de ayer, y a tomar café en un par de ocasiones. La información obtenida, a buen seguro, será útil el día de mañana.
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